
El primer día de clase fue un poco aburrido.Un chico de catorce años estaba en el segundo recreo con sus amigos cuando sonó el tedioso timbre, que parecía que decía: ¡A clase!. Entraron los alumnos y poco después su tutora. Les dijo que tenían que hacer un blog. Al principio le pareció divertido, pero poco después descubriría que no sería así.
En su primer trabajo decidió hacerlo sobre un viaje que hizo en verano. Cuando lo terminó, la profesora le dijo que tenía que expresar lo que sentía. Le costó mucho escribir sus sentimientos, pero al final lo terminó.
El segundo fue un trabajo muy largo y duro ya que se le daba fatal hacer poesías, y si le costaba hacer una, tres le parecían imposibles. Este también lo consiguió.
Si ese era difícil el tercero no tenía palabras para describirlo. Había que hacer una canción. Al principio le salió una chapuza pero después de intentarlo y con ayuda de su profesora, consiguió hacer una canción razonablemente bien.
El tercero ya no era tan difícil, aunque también tuvo sus problemas. Escribió un micro relato muy infantil, pero cuando la profesora le demostró que no era adecuado, se esforzó en crear otro mejor.
Y llegamos al último. Ese era uno de los más fáciles porque había que escribir sobre lo que quisieras. Ha escrito sobre lo que le ha parecido el trabajo de este trimestre y lo mucho que ha sufrido. Todo esto lo sé porque yo soy ese chico. Creo que tanto esfuerzo ha merecido la pena, pues escribir ya no me parece una cosa inalcanzable. Quién sabe, quizás cuando sea mayor, me convierta en un escritor.
